la vuelta

(2014) Artículo sobre la exposición La vuelta de Juan Fernando Herrán en Nueveochenta Galería. Publicado en la revista ArtNexus #93. 

En octubre 1992, el diario bogotano El Tiempo publicó unos apuntes de Juan Fernando Herrán, donde exponía sus mayores intereses y retos como artista, a propósito de una muestra individual que tuvo por entonces. El título de la nota es “Una actitud arqueológica”, cita del mismo escrito de Herrán, en el que comienza estableciendo que en su obra indaga “por el ser humano, sus relaciones con los demás y con su medio, su cultura”.  Según el autor, para llegar a esta cuestión, el artista debe proponer “una relación estrecha entre la forma, las ideas y los materiales”, con la posibilidad de dar forma al mundo o, por el contrario, desglosarlo. Siguiendo la carrera de Juan Fernando Herrán hasta el día de hoy, se revela permanente y latente esta actitud de investigación arqueológica, a través de la cual el artista localiza, documenta, analiza y expone los vestigios materiales de su contexto, para dar cuenta de sus estructuras de poder, sus ideales, valores e imaginarios. El último proyecto de Herrán titulado La vuelta está concebido de manera coherente con ese impulso que señalaba en aquella temprana nota de prensa.

La vuelta es una propuesta audiovisual concebida desde el formato documental, en el cual presenta testimonios e imágenes de apoyo que dan cuenta del rol y estatuto simbólico de las motocicletas en los barrios marginales de la ciudad de Medellín. El video fue presentado por primera vez en el pasado Salón Nacional de Artistas —que tuvo lugar en Medellín—, y actualmente puede verse en la Galería Nueveochenta de Bogotá. En obras anteriores, concebidas propiamente dentro de los recursos de la escultura y la fotografía, Juan Fernando había documentado objetos, signos, recursos naturales o estructuras arquitectónicas, para enseñar su  significación en los contextos en los que se inscriben, profundizando así en las tensiones políticas y sociales de Colombia. Este interés se hace evidente en proyectos como Papaver Somniferum (2000) sobre las connotaciones de la planta de amapola en diferentes contextos geográficos, Emplazamientos (2003) sobre las estrategias arquitectónicas de control y vigilancia en Bogotá, Camposanto (2006) sobre las costumbres populares de remembranza de la muerte y Escalas (2008-2011) sobre los recursos de desplazamiento y habitación en cinturones de pobreza en Medellín. Desde el momento que comenzó a definir Escalas, trabajaba simultáneamente en las mismas zonas para su proyecto La vuelta, siguiendo un largo proceso metodológico que le implicaba constantes entrevistas con los motociclistas, sus parejas, familiares y amigos, la configuración del archivo visual y sonoro y, por último, el cuidadoso proceso de edición, fundamental para la determinación de la estructura narrativa y la definición del contenido que decidió distinguir.

A lo largo del documental, los personajes entrevistados expresan su profundo apego por su aparato, sentimientos obsesivos, adictivos. Las motos les permiten movilizarse por entre los caminos empinados y laberínticos de las lomas pobladas. Las han adquirido con muchísimo esfuerzo, y les otorgan todo su cuidado, personalizándolas, inscribiéndoles su identidad; con ellas se compenetran en grupos de compincharía o competencia, para hacer piruetas, carreras o hacer la vuelta —un asalto o un asesinato por ajuste de cuentas. En este medio, la posesión y el dominio de la moto, a la vez que la potencia y velocidad del aparato, presta honor y reconocimiento, cautiva mujeres, infunde miedo. La moto determina el esquema de anhelos y miedos de los hombres en una sociedad: eleva su posición, pero los deja siempre expuestos a la muerte —ya sea por un accidente, ya sea por inmiscuirse con la criminalidad. A través de imágenes y sonidos, como las tomas a los cementerios de motocicletas, la  permanente atmósfera nocturna o la mediación del sonido de los motores, el documental exalta la intensidad del sentimiento que, aparentemente, despierta el riesgo, la velocidad y el ruido de estos aparato.

El anuncio de la exposición en la Galería Nueveochenta causaba expectativa, pues no se sabía si al volver a ver La vuelta veríamos piezas diferentes al documental. Efectivamente, en esta muestra se exhibe también una serie de fotografías tomadas en la noche, en esquinas y callejones de las comunas de Medellín. Estas imágenes, impecables, recuerdan el proyecto Escalas, porque ponen en evidencia los mismos espacios periféricos donde se despliegan las construcciones improvisadas de niveles en las casas y escalones para llegar a ellas. Esta vez, vemos los fantasmas (tomas en larga exposición) de motocicletas que recorren velozmente las calles de estos barrios. Los espectros de estas motocicletas aparecen como sombras que oscurecen la noche; son el peso histórico que no desaparece de estos lugares y los hace tensos y aterradores: el sicariato, que ha dejado miles de víctimas por cuenta de pistoleros movilizados en estas máquinas.

En La vuelta, toda una comunidad ha sido desglosada a partir de sus relaciones con un objeto. Apoyándose en imágenes, sonidos, e historias de primera mano, Juan Fernando Herrán expone el andamiaje ético, emocional y estético de hombres que han definido su vida en función de una máquina, y la sociedad que los acoge y les teme. Dice Alberto, uno de los motociclistas entrevistados: “Las motos eran muy principales para nosotros, esa era la mamá de uno, el ángel de uno, la vida de uno”.