Las obras que conforman las series Saberes y Convenciones fueron hechas aplicando óleo sobre tela usada para uniformes de laboratorio, a través de plantillas de abecedarios y mapas usadas en ámbitos escolares. En mi trabajo como artista, he abordado la tensión entre el lenguaje pictórico —su vínculo con dimensiones sensoriales— y los esquemas racionales de asimilación del lenguaje y descripción del mundo establecidos por canales regulares de la educación. Estas obras siguen este planteamiento. Sobre las telas repito el mismo alfabeto o el mismo mapa, con un diseño y conformación preestablecidos, para acudir al potencial imperfecto, informe y contaminado del pigmento. Cobra importancia el proceso de eliminación del aceite del óleo y el halo que forma a lo largo de la superficie de la tela, que permanece en constante transformación y proceso de oxidación, y en este comportamiento vital contrarresta el ordenamiento de la retícula y el código lingüístico.

Las series son una invitación a identificar las señales imperfectas, azarosas, volátiles y poéticas, sólo posibles con el comportamiento inherente de la pintura, que irrumpen el ideal del lenguaje aprendido en nuestros medios de interacción social. El código aprendido, supuestamente rígido e inmutable, de los abecedarios y de los mapas se deforma y se desborda. En su repetición en una retícula, que resulta siempre diferente, el método pictórico comprueba que no hay unicidad de lenguaje ni de territorio. Ambos términos son construcciones aprendidas, que no encajan en la experiencia vital de cada individuo. La materia parece estar más atada a la imperfección de la vida misma, a los flujos de cada individuo, que contradice una supuesta verdad preestablecida.