Esta es una exposición que reúne obras de dos artistas: Lucas Ospina y Nicolás Gómez. Unas son blancas, las otras son negras. Unas son de piso —se miran abajo— otras son de muro —se miran arriba. Unas son inventadas, otras son encontradas. Unas son construidas, otras naturales. Unas son hieráticas, otras son móviles. Unas ascienden y otras descienden. Unas brillan, otras son opacas. Unas son ensambladas, otras son instaladas. Unas son extrovertidas, otras algo tímidas. Unas son pudorosas, otras van directo a la entrepierna. Y resulta que estas obras son esculturas, pero son esculturas pintadas; es decir que son pinturas o esculturas; qué más da.
Dos unos vienen siendo cada uno. Pero hay un cero. El cero no es el punto de partida, tampoco es el de llegada: es el punto en potencia para la partida o la llegada. El cero es aun contingencia y posibilidad de ser, y solo puede ser uno. Ahí están las obras de dos artistas. Unas son blancas, las otras son negras.