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(2023) Texto publicado en la revista H-ART. Historia, teoría y crítica del arte, Universidad de los Andes.
Ver hoy el conjunto de revistas que conformaron Prisma es como encontrar una cápsula del tiempo —uno de esos contenedores que se guardan herméticos e inescrutables para revelar su contenido luego de muchísimos años y presentar a la población del futuro el carácter de una época pasada—, aunque en el caso de Prisma es una cápsula del tiempo no intencionada que, como efecto de su visión editorial, integra entre sus páginas un universo de nombres, ideas, referencias, conceptos, sensibilidades y señales características de la escena artística e intelectual colombiana en los años 50.
De Prisma se publicaron once ejemplares y doce números (el último de ellos con doble numeración, 11-12) entre febrero y diciembre de 1957, impresos en la Editorial Antares en Bogotá; miden 21,5 × 17,5 cm y oscilan entre las 60 y las 80 páginas. La revista conjugaba textos reflexivos y de divulgación sobre el devenir artístico local e internacional, y asociaba el estudio del arte del pasado con la interpretación del de su presente. Fue concebida y dirigida por Marta Traba como una suerte de laboratorio de escritura y crítica de arte entre el grupo de entusiastas quienes, en 1956, habían tomado su curso «Historia general del arte moderno» en la Universidad de América, muchos de ellos comerciantes y empresarios que no eran necesariamente escritores especializados en crítica de arte. La dirección general la asumió Jaime Posada y la gerencia Simón Preminger. Como proyecto editorial, su principal objetivo era difundir y ampliar las ideas sobre el arte, con un enfoque didáctico pero riguroso.
Es posible considerar la aparición de Prisma en Colombia como un legado del proyecto editorial Ver y estimar coordinado por Jorge Romero Brest en Argentina. Desde 1948 Traba asistió la dirección de esta revista, publicó ensayos críticos sobre literatura y artes plásticas[1] y figuró como colaboradora en los primeros veinticuatro números. Además de haber sido concebida como un espacio formativo para escritores, Prisma se compara con Ver y estimar en su interés por difundir en América Latina los valores del arte moderno definidos desde Europa y Estados Unidos.[2] Teresa Tejada, artista y colaboradora de Prisma, recuerda que una referencia importante para su elaboración y la definición del orden de sus contenidos era la revista italiana Selearte.[3] Traba guardaba ejemplares de esta publicación y los hacía circular entre los miembros del grupo de redacción —con otras como Goya de España o Prisme des arts de Francia— con el fin de ofrecerles referencias visuales, temáticas y metodológicas que podrían usar a la hora de realizar sus propias investigaciones. Las similitudes gráficas con Selearte son evidentes en detalles como la tipografía empleada para los títulos de las secciones, la distribución de las cajas tipográficas e imágenes, y la asignación de un color distintivo para la carátula de cada número.
Al abrir hoy la cápsula de tiempo que puede ser Prisma encontramos que la revista no se limitó a una definición o caracterización única del arte. Pese a las preferencias y gustos personales que Traba expresaba en esta misma época en su producción crítica para la prensa, la radio y la televisión, en Prisma se entremezclan tiempos y convergen estéticas diversas e incluso disímiles. Prisma es cacofónica e incluso global.
La diversidad de su contenido está condicionada, en primer lugar, por la asignación de un enfoque temático para algunos de sus números: el arte precolombino en el número 2, el arte religioso en el número 3, el dibujo en el número 4, el arte y el compromiso político en el número 5, la escultura en el número 6 y el arte infantil en el número 7. Además de los artículos dedicados a dichos temas se entrelazan en la revista estudios sobre periodos históricos del pasado como el Románico y el Gótico, y se aborda la obra de Rubens y Goya; también se trata el arte egipcio, el arte japonés, el arte chino y el arte islámico, la orfebrería quimbaya y la estatuaria de San Agustín. En correspondencia con los argumentos que defienden el arte de vanguardia se incluyen artículos sobre el impresionismo, el cubismo, el dadaísmo y el arte norteamericano contemporáneo; entre los artistas que reciben especial atención están Pablo Picasso, Henri Matisse, Henri de Toulouse-Lautrec, Henry Moore, Edgar Degas, Auguste Rodin, Egon Schiele y Saul Steinberg. Para aproximarse a la escena latinoamericana se suman escritos sobre la actualidad del arte argentino y venezolano, el constructivismo uruguayo, el muralismo mexicano y la obra de Guayasamín en Ecuador. Es notable un particular interés por el urbanismo y la arquitectura moderna, con aportes sobre las iglesias en Bogotá y Barranquilla, la arquitectura popular, las residencias de arquitectos en Bogotá, Walter Gropius y la Bauhaus. También podemos encontrar traducciones de escritos de célebres artistas y autores como Alain, André Malraux, Charles Baudelaire, Herbert Read, Maurice Couturier, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci, como un recurso que permitía conocer las perspectivas de ilustres pensadores que le otorgan trascendencia y legitimidad a las nociones puestas en juego.
Algunas interpretaciones históricas del arte colombiano de mediados de siglo XX estipulan antagonismos fundamentales entre la figuración y la abstracción o las producciones de las generaciones precedentes y la de los más jóvenes. Si bien Prisma se centra en la producción artística de su época, demuestra un claro esfuerzo por darle espacio a una diversidad de referencias y soluciones plásticas que ocurrían simultáneamente. Se destaca a Édgar Negret como escultor y a Eduardo Ramírez Villamizar como pintor, quienes combinaban la racionalidad geométrica con guiños orgánicos provenientes de la naturaleza o de estudios de imaginería precolombina. La revista presenta las exploraciones de artistas contemporáneos como Juan Antonio Roda o Hugo Martínez con imaginería religiosa, como también revisa la influencia del Renacimiento en la pintura del Nuevo Reino de Granada. En formato de entrevista destaca a Leopoldo Richter y Guillermo Wiedemann como artistas extranjeros radicados en Colombia encantados por las poblaciones afro e indígenas, e incluye en su número sobre el dibujo un artículo sobre el artista indígena Francisco Tumiñá Pillimué. Por supuesto, cumple con su cuota de escritos sobre las figuras de culto en la escena del momento como Alejandro Obregón y Fernando Botero, aunque en el último número sus editores declaran a Judith Márquez como la artista más destacada del año. Algunas secciones adicionales a los artículos y ensayos de investigación confirman el carácter informativo y didáctico de la revista, como la sección “El cuadro del mes” que mostraba obras de arte colombiano significativas para la plana de redactores (Naturaleza muerta de Ignacio Gómez Jaramillo, Autorretrato de Alejandro Obregón, Sillas y botella de Carlos Rojas y Mujeres sin hacer nada de Lucy Tejada). En definitiva, Prisma revela aquella compleja modernidad que entremezcla referencias a personajes y paisajes locales —urbanos y rurales—, geometrías precolombinas, simbologías míticas y religiosas, con las deformaciones cuasicubistas y los juegos de empastes y transparencias en la pintura, y los ensamblajes industriales y vacíos integrados en la materia escultórica.
Sorprende ver la coherencia de esta amalgama visual propia de la modernidad artística local con la estética y los mensajes de los avisos comerciales que financiaban la elaboración de la revista. Encontramos una bella ilustración de un pescador de Puerto Wilches y una campesina de Garagoa anunciando la descentralización del Banco Popular; con el mismo propósito el Banco de Bogotá se vale de los mapas de los departamentos de Colombia; con el poporo quimbaya y otras piezas precolombinas el Banco de la República comunica la reciente apertura del Museo del Oro (que fue inspiración para muchos de los artistas mencionados arriba); las empresas de autos, textiles y artefactos electrónicos anuncian la promesa de las máquinas y de la industria, todo ello bajo la premisa del “progreso”, palabra protagónica en la publicidad del Banco Cafetero, de la Compañía Colombiana de Tabaco y de Shell, que justifica la extracción petrolera para permitir el avance de la agricultura. Afines al tono europeísta de la publicación, la aerolínea KLM anuncia que “Europa está ahora al alcance de todos” y la emisora HJCK recuerda el mérito de los compositores clásicos europeos. Los arquitectos, ingenieros y empresas de materiales de construcción se valen con orgullo de sus líneas ortogonales, patrones geométricos y espacios funcionales, y las aerolíneas como Avianca recurren a líneas dinámicas y futuristas.
El entonces director encargado de la revista, Eduardo Angulo, explica que la polarización política de aquel entonces confundía fácilmente cualquier participación en cultura con tendencias contestatarias y, aunque Prisma no ostentaba una posición política, los empresarios que la financiaban prefirieron restringir su colaboración para prevenir cualquier vínculo con un proyecto relacionado con talantes izquierdistas.[4] Por su parte, Teresa Tejada recordaba: “Teníamos mente muy moderna pero no teníamos los medios”.[5] Ciertamente, las condiciones de financiamiento de la revista eran precarias, además del hecho que su público lector se reducía a una pequeña burguesía letrada bogotana abierta a los procesos de renovación cultural.
Pese a estas condiciones, y a su corta duración, el aporte de Prisma a nuestro presente es como aquella cápsula del tiempo que se abre y despliega la inmensa envergadura sensible e intelectual de una época pasada. Nos hace preguntarnos si aquellas aventuras de escritura que hoy podemos abordar, aún humildes y con iguales condiciones precarias, llegarán también a ser en el futuro cápsulas de nuestro presente esquizofrénico.
Bibliografía complementaria
Sobre los cursos de Marta Traba en la Universidad de América:
Eiger, Casimiro. “Las mujeres y las iniciativas artísticas”. En Casimiro Eiger, crónicas de arte colombiano 1946-1963, compilado por Mario Jursich Durán. Bogotá: Banco de la República, 1995.
Intermedio. “Cursos de verano habrá en Bogotá”. Intermedio, 30 de abril de 1956, 1.
Intermedio. “El 11 de junio se inician los cursos de verano”. Intermedio, 6 de junio de 1956, 1, 15.
Intermedio. “Cursos de verano”. Intermedio, 7 de junio de 1956, 5.
Intermedio. “Noticiero cultural”. Intermedio, 11 de junio de 1956, 5.
Intermedio. “Seminario sobre arte moderno en la Universidad de América”. Intermedio, 16 de junio de 1956, 13.
Intermedio. “Sobre pintura del Renacimiento dicta nuevo curso Marta Traba”. Intermedio, 2 de noviembre de 1956, 12.
Intermedio. “El 11 de febrero se inicia el curso de Marta Traba sobre el Renacimiento”. Intermedio, 20 de enero de 1957, 12.
Intermedio. “Un nuevo curso sobre introducción al arte moderno dicta Marta Traba”. Intermedio, 8 de septiembre de 1957, 10.
Sobre Prisma:
Actualidad nacional. “Preminger, una pareja desconocida en la plástica”. Actualidad nacional, diciembre de 1994-enero de 1995, 9.
Bazzano-Nelson, Florencia. “El legado de Ver y estimar: Marta Traba y Prisma”. En Arte de posguerra. Jorge Romero Brest y la revista Ver y estimar, compilado por Andrea Giunta y Laura Malosetti Costa.. Buenos Aires: Paidós, 2005.
El Tiempo. “Noticiero cultural”. El Tiempo, 26 de agosto de 1957, 5.
El Tiempo. “Itinerario de la semana”. El Tiempo, 1 de septiembre de 1957, 11.
El Tiempo. [Nota sin título]. El Tiempo, 6 de septiembre de 1957, 5.
El Tiempo. “Noticiero cultural”. El Tiempo, 27 de diciembre de 1957, 5.
El Tiempo. “Pintura y escultura”. El Tiempo, 29 de diciembre de 1957.
Intermedio. “La semana de artes plásticas”. Intermedio, 2 de diciembre de 1956, 14.
Intermedio. “La semana de artes plásticas”. Intermedio, 27 de enero de 1957, 12.
Intermedio. “Noticiero cultural”. Intermedio, 9 de marzo de 1957, 5.
Intermedio. “Plástica”. Intermedio, 12 de marzo de 1957, 5.
Intermedio. “Revistas”. Intermedio, 12 de marzo de 1957, 12.
Intermedio. “Prisma”. Intermedio, 31 de marzo de 1957, 5.
Intermedio. “Noticiero cultural”. Intermedio, 5 de abril de 1957, 5.
Intermedio. “La semana de artes plásticas”. Intermedio, 16 de junio de 1957, 12.
Intermedio. “Noticiero cultural”. Intermedio, 25 de junio de 1957, 5.
La República. “Prisma: una nueva revista de arte”. La República, 6 de febrero de 1957.
Márquez, Judith. “Prisma”. Plástica 5, febrero-marzo de 1957.
Pachón Castro, Gloria. “Prisma (nueva revista de arte) circulará a partir de febrero”. Intermedio, 13 de enero de 1957, 12.
Rodríguez Morales, Ricardo. “Plástica y Prisma: dos revistas de arte de los años cincuenta”. Boletín cultural y bibliográfico 55 (2002).
[1] Marta Traba, “Ángulo Éluard-Picasso”, Ver y estimar 1, no. 2 (1948): 43-46; “Hoja y universo de Rodin y Rilke”, Ver y estimar 1, no. 3 (1948): 46-49.
[2] Sobre la revista Ver y estimar y su relación con Prisma, véase: Florencia Bazzano-Nelson, “El legado de Ver y estimar: Marta Traba y Prisma”, en Arte de posguerra. Jorge Romero Brest y la revista Ver y estimar, compilado por Andrea Giunta y Laura Malosetti Costa (Buenos Aires: Paidós, 2005), 171-183.
[3] Teresa Tejada, entrevista con el autor, 6 de octubre de 2008.
[4] Eduardo Angulo, entrevista con el autor, 6 de mayo de 2009.
[5] Teresa Tejada, entrevista con el autor, 6 de octubre de 2008.
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