pintura, desierto, tiempo. anotaciones sobre las obras de valentina maggiolo (2022)

Pintura

Una tela blanca es insondable. En ella puede ocurrir todo lo que cualquier ser humano pueda imaginar. Sobreponer capas de color sobre una superficie implica la manifestación de algo que se elige destacar de entre el fondo en blanco. El vacío del espacio por pintar es lugar de la contingencia, de todas las imágenes que pueden ser. Bajo la acumulación de capas de pintura quedan hundidos posibles universos de lo conocido, de lo fantástico, de lo que ha sido y de lo que podría llegar a ser. Y, como un ejercicio de paciente extracción arqueológica, en tanto la pintura es elaborada se devela aquello que la voluntad artística elige (a manera de apariencias, anécdota, composiciones y sensaciones). En el futuro, la imagen resultante será indicio de nuestra condición presente, una pista del sentido que, en cada tiempo, hemos dado a lo posible.

A este oficio milenario se dedica con convicción la artista peruana Valentina Maggiolo, egresada del BFAPintura e Historia del Arte de Rhode Island School of Design (2011-2014), y quien cursó Estudio Generalesen Artes (pintura, 2008-2011) y Estudios Generales en Letras (geografía, 2006- 2008) en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Así como en sus orígenes, cuando la imagen pintada sobre las paredes de las cuevas servía para atraer a los animales de caza, hacer pactos de comunidad y entablar contacto conlos dioses, en sus series de pinturas realizadas entre 2020 y 2022 Valentina acude a la pintura pararecorrer el tiempo entre el pasado y el presente, para asir el silencioso paisaje costero que la rodea y traer a la luz sus misterios.

Desierto

 El Ande peruano, con sus montañas, valles y bosques, finaliza en sus faldas en el árido desierto costero. Eldesierto arrastra en su polvo acumulado todas las partículas de la vida que ha sido y que, en otros ciclos,volverá a ser. Pero el desierto no es el punto final; es el espacio de contingencia que, eventualmente, formulará otras vidas en su encuentro con el mar y el viento. La acumulación de arena y polvo, sudensidad, sugiere en nuestra imaginación y a nuestra curiosidad la posibilidad de encontrarnos con todonuestro pasado enterrado. El arqueólogo desempolva los indicios de alguna civilización pre-existente, que serán pistas del sentido que, en cada tiempo, hemos dado a lo posible. De igual manera que ocurre con lapintura, los estratos geológicos ocultan y develan las formas necesarias.

Tiempo

El tiempo ocasiona la pintura y el tiempo ocasiona el desierto. El tiempo lineal que medimos con relación a nuestro vínculo con el Sol, aquel tiempo que ocasiona la pintura y el desierto, es detenido (o extendido) por efecto de aquella imagen posible que se vislumbra en el lienzo blanco o en el paisaje árido y despoblado. El tiempo cronológico condiciona la rutina de la artista; los objetos se liberan de su volubilidad, dejan de ser anécdotas domésticas, para volverse tótems trascendentales que conforman el paisaje.

La pintura, que se hace sobre la marcha del tiempo, permite detener (o extender) el tiempo, confiriendo a aquello que es pintado un nuevo estado de permanencia. La filósofa mexicana Adriana Yáñez Vilalta (2011) se refiere a dos formas de tiempo de la siguiente manera:

El primero es el tiempo histórico, siempre marcado con el signo de pérdida, de la finitud, de la muerte. El segundo es el tiempo del origen, del mito, de la poesía, apoyado en la esperanza derecuperar, de volver a encontrar los paraísos perdidos. (p. 33)

En el implacable tiempo lineal el pintor sobrepone capas de color, mientras que en la tierra se acumulapolvo y se suman olvidos. Pero el tiempo cíclico trae a la luz el motivo de la pintura o el fabuloso hallazgo arqueológico. En el trasegar del tiempo histórico ocurre el acto de pintar, y a través del tiempo cíclico ocurre el hallazgo de aquello encubierto. Ambos resultados del tiempo -aquello que es pintado y aquello que es desenterrado- son dignos de interpretación para nuestras sociedades, son condicionados al escrutinio de estructuras de lenguaje técnico que elabora ficciones para su aprehensión. Esa imagen no es un dato ni un hecho, sino un holograma de algo que nuestras palabras nombran en función del sentido que hemos dadoa lo posible.

Coda

 Algunas de sus pinturas parecen menaje y recipientes servidos sobre mesas; otras extienden un definido horizonte en la amplitud del espacio. Esta ambigüedad de su locación demuestra el anhelo de liberación para la resolución de sus motivos. El bodegón deviene paisaje. La imagen clama su salida tras el encierro del mundo doméstico donde el tiempo cronológico acecha. Citando a Ibérico (1969):

el tiempo es angustia, cuidado, zozobra, al paso que el espacio es serenidad y paz, y algo así comouna solemne y maravillosa compañía en la soledad, según lo prueba el hecho de que siemprebuscamos en la contemplación las grandes extensiones cósmicas: el cielo, el mar, el desierto, la pampa, un refugio inviolable contra la inquietud, y la angustia problemática del tiempo. (p. 42)

Traer a la luz de nuestra mirada presente es el fundamento de las pinturas que Valentina Maggiolocomenzó a realizar en 2020 durante la pandemia, y que hasta ahora sigue trabajando con variaciones y transformaciones acordes a su proceso. En el contexto de la pandemia, la post-pandemia y sus vicisitudes, pintar es una forma de manipular ese tiempo apabullante e impuesto por la realidad. La pintura es, como el mismo desierto, un espacio de contemplación y búsqueda de sentido de lo posible.

Cactus, palmeras, agaves, cráneos, huesos, botellas, vasijas y rocas emergen del suelo, por delante del horizonte, como revelación de todo aquello en potencia de existir en la aridez del supuesto terreno de la nada. Traer a la luz es develar y enaltecer la humildad de estas cosas anodinas, exaltar su individualidad y permanencia siguiendo las lecciones pictóricas del italiano Giorgio Morandi. Y, justamente, por traer a la luz, las sombras de los objetos que Valentina pinta se expresan protagónicamente con marcados trazos negros y demarcan el compás visual, que es la estructura rítmica. Y esas sombras no serían posibles sin la fuente de luz del Sol (principio del tiempo) que permite la enunciación cromática, que es la armonía compositiva. La música se hace presente.

 

 
Referencias

 

Brignardelo, C. (2016) Simbología prehispánica del paisaje. Fondo editorial de la Biblioteca Abraham Valdelomar.

Ibérico, M. (1969) El espacio humano. Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Yáñez Vilalta, A. (2011) El tiempo y lo imaginario. Fondo de Cultura Económica.